por imape 27 marzo 2025
Un noticiero local publicó recientemente un reportaje con un hallazgo que merece más atención de la que ha recibido: los centennials peruanos están diciendo no a las tarjetas de crédito.
Los nacidos entre 1997 y 2012, prefieren billeteras digitales, transferencias inmediatas, pagos al contado o con débito. ¿Las razones posibles? Rechazo a los intereses abusivos, miedo al endeudamiento, necesidad de control y, en muchos casos, experiencias familiares que dejaron huella.
“No me gusta gastar si no tengo el dinero conmigo”, dice uno de los jóvenes entrevistados, y entre líneas se deja ver algo más profundo: no es solo una decisión financiera, es una declaración cultural.
La nota incluye testimonios que resuenan con fuerza:
• El crédito genera ansiedad, esa condición cada vez más común, pero poco hablada
• La letra pequeña no se entiende.
• Las billeteras digitales permiten ver en tiempo real cuánto tienes, cuánto gastas, y cuándo se acabó.
¿Y podemos también estar frente a una generación sin cultura financiera?
Tal vez. Pero también más precavida y emocionalmente consciente que muchas anteriores.
Una encuesta global citada en el reportaje lo refuerza: las tarjetas generan rechazo, por falta de claridad, por la trampa del interés, y por la sensación de perder el control.
Y en un país donde el interés anual puede superar el 100%, no hace falta un MBA para desconfiar del sistema
No todo se explica por trauma generacional o estrés.
También hay algo más estructural: muchos jóvenes nunca aprendieron cómo funciona una tarjeta de crédito, ni qué implica el interés compuesto, ni cómo se construye un historial.
El crédito, para buena parte de la Gen Z, no es una herramienta. Es un riesgo.
Y en un sistema que rara vez enseñó a usarlo con responsabilidad —ni en el colegio, ni en casa, ni en el onboarding del banco—, no sorprende que lo rechacen.
Esto no los hace ignorantes. Pero sí los vuelve vulnerables a un sistema que asume (convenientemente) que ya saben, cuando en realidad nunca se les explicó.
Bancos, retailers y marcas siguen diseñando promociones como si la Gen Z fuera un millennial con sueldo fijo y tarjeta dorada.
Pero el mindset es otro: menos deuda, más autonomía. Menos promesas, más claridad.
Desde IMA GO! creemos que esta conversación recién empieza.
Porque no se trata solo de entender cómo pagan, sino por qué decidieron no deberle nada al sistema.
Y eso, más que un dato, es una conversación que el mercado aún no está teniendo.
Si tienes preguntas que el mercado aún no responde, escríbenos. Podemos ayudarte a darles forma y subirlas a nuestro OMNIBUS de investigación nacional.
Porque preguntar bien no solo es investigar: es anticipar el cambio.
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